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 |   Me 
arrodillo en los monasteriosy me descalzo en las mezquitas.
 Algo 
que aún quema viejas leñas
 su azul rescoldo precipita.
 Antiguos 
ritos en figuras y orlas
 lentos colores armonizan
 y las paredes nos envuelven
 con el fervor desde las criptas.
 El 
suelo dice a nuestras plantas
 que la tierra nos necesita
 y la llamada 
trascendente
 del alminar el cielo frisa.
 Llega 
la luz por las ventanas
 deshecha en rosas amarillas
 y sentimos que son 
los siglos
 lo que al silencio nos concita,
 la tradición la que 
nos pone
 su niebla dulce en las pupilas.
 Los 
iconos asomados a
 la plata de su lacería
 nos contemplan con la 
mudez
 de su ternura primitiva.
 |   Su 
melopea va el Coránrepitiendo con monotonía
 mientras tiembla 
por el salterio
 la trenzada música bíblica.
 Fervor 
distinto que consigue
 doblar en ambos la rodilla
 y en el aire santo poner
 la palabra que no termina.
 Viejas 
creencias que el temor
 y la esperanza reunifican.
 Van 
místicos por monasterios
 y sufíes van por mezquitas.
 Entrar 
y salir de recintos
 de fe los veo con envidia.
 Agnosticismo, 
viejo perroque roe el hueso de mi vida.
 
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