El 
                  aire que ahora besa las oscuras  
                  mejillas de la noche besará 
                  un día la estatura de estos cuatro  
                  cipreses que con ojos invisibles  
                  vigilarán tu más profundo sueño;  
                  que, con sus dedos en los mudos labios  
                  de la luna, dirán a las estrellas 
                  que miren de puntillas; 
                  que, con los dedos en los bulliciosos  
                  labios del día, pedirán silencio 
                  a la encendida orquesta de los pájaros.  
                  Y con sus manos acompañarán 
                  muy serios el inmóvil balanceo 
                  de tu cuna. Y dirán una canción  
                  inaudible. ¡Callad, no se despierte! 
                 | 
               
             
           | 
         
         
          |  
            
           | 
         
        
                                | 
         
       
     |