-Yo soy la viudita
del Conde Laurel.
No tengo marido.
Jamás lo tendré.

La viudita mira
desde su ventana
cómo cae la lluvia
de la madrugada.

-Yo soy la viudita.
Vendrá el sol de mayo,
mas no vendrá el Conde
sobre su caballo.

La viudita viste
camisa cerrada,
falda de estameña,
corpiño de lana.

-Yo soy la viudita.
Lo dice el espejo
donde estoy mirando
mi desvalimiento.

Un corro de niñas
juega por la plaza.
La viudita cruza,
triste y enlutada.  

 

Segunda versión

-Yo Soy la viudita
del Conde Laurel.
No tengo marido,
pero lo tendré.

La viudita cuenta
desde su ventana
millones de estrellas
en la noche clara.

-Yo soy la viudita.
Con el sol de mayo,
vendrá el caballero
que me ha enamorado.

La viudita viste
camisa de holanda,
corpiño de seda,
refajos y sayas.

-Yo soy la viudita.
Pero en el espejo
como una candela
relumbra mi cuerpo.

Un corro de niñas
juega por la plaza.
La viudita ríe,
hermosa y galana.
                                               

Carlos Murciano

Un ave azul que vino
de las islas del sueño
(Ajonjolí 1996)

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