La repercusión 

 



En las costas australes ha sonado
un pequeño estampido. El hielo rompe
sus estatuas y corre un breve arroyo
de agua o sangre en la noche. Yo lo siento
porque mi cuarto un poco se ha inundado.

En las alturas de Asia muere un pájaro
contra la libertad del horizonte
herido por los rastros de metralla
que recorre la guerra. Lo percibo
porque una pluma cae sobre mi mesa.

Llora por las planicies africanas
un niño abandonado con el vientre
hinchado por el hambre que devora
su menuda armazón. Yo me doy cuenta
porque lágrimas mojan mis papeles.

En alguna ciudad de Norteamérica
un aullido final se ha levantado
desde la silla eléctrica que abraza
a un negro y su condena. Yo lo aprecio
por una sacudida de mi lámpara.

Nada se mueve nunca, ni la hoja
de un árbol sin la expresa voluntad
del cosmos conmovido y simultáneo
y se prolonga en sucesivas ondas
hasta herirnos de pronto en nuestra casa.

Leopoldo de Luis

          

 

 

                                                                

 

      Ramo de Poemas