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COMO
A UNA HIJA REINACreo,
Señor, ¿por qué, si no, este llanto tan
adentro? Creo y voy por la vida dolorido con mi cara de fiesta. Creer
en ti es saberte en mi mesa, en mi cuarto, ver sobre mí tu tienda y
cobijar mi noche. Creo
que la tomaste de la mano, la llevaste a tu casa de luces y jardines; y
cada día la tomas tú del brazo como hasta ayer sus
hijos, la paseas, la sientas frente a las flores que no mueren, al
lado de las fuentes de agua viva que no se agotan nunca. Creo,
es decir, me fío, Padre y Señor, amante soberano. Sé que
la cuidas, la tratas como a una hija reina. Jesús
Mauleón
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