y el cuidador
1.
Sentirse útil. Desde
que practica María este recurso, en cada visita a su madre utiliza una
llave diferente. “Es importante para ella… y para mí: ahora voy
a visitar a mamá de todo corazón.”
2.
Tener cosas que decir. La
llave de los sentidos abre ricos espacios de conversación.
(Un álbum
de fotos, una polvera, un cuadro religioso…)
Reconstruir la historia de su vida. Descubriendo pedazos de vida, acaso dormidos en el recuerdo, pieza a pieza, podría irse reelaborando la historia existencial de un ser. Se acepta la vejez como los últimos pisos (la guinda final) para coronar la tarta de la propia vida.
4.
Ejercitar la memoria. En cada visita Marcos acerca de casa un objeto para su padre. “Me lo pone en las manos, yo lo toco, lo miro desde todos los lados, y le cuento a Marcos la historia de este objeto. De dónde viene, quién lo ha comprado u ofrecido. A veces no sé qué decir, pero otras veces me vienen a la memoria recuerdos. Yo mismo quedo asombrado de todas las emociones que me evoca.”La memoria puede ejercitarse. Si se practica regularmente, podría conservarse su potencial mucho tiempo. Los grandes intelectuales destacan por su capacidad, a veces intacta a pesar de la edad, para comunicar, escribir, crear.
5.
Hacer regalos. Con la Llave de
los Sentidos puede brindarse a ancianas damas, a provectos caballeros, un espacio
de escucha, de intercambio, ofreciéndoles el tiempo y el espacio necesarios
para la expresión de sus recuerdos, de sus ideas, de sus emociones, de
su identidad…
6.
Conservar lazos entre generaciones.
“Vamos a ver a mamá con el pequeño Alejandro. Es formidable
ver discutir a la abuela y al pequeño. Mamá habla de su tiempo y
el pequeño Alejandro descubre que su abuela también ha sido joven.”
