Noche cerrada
Ya no puedo ir más allá.
Tropiezo de pronto en una piedra dura y negra
y no puedo ir más allá.
Tengo que recular…
y camino hacia atrás…
camino,
como un ciego camino…
y tropiezo de nuevo
en algo duro otra vez,
otra piedra negra que no me deja pasar.
Y el cielo se oscurece
y se hace duro también.
Entonces me amedrento
y grito.
No oigo nada,
y no puedo llorar.
¡Oh, niño perdido y solo!
El día no llega nunca,
nunca,
nunca,
nunca.
¿Por qué me dejáis abandonado,
ángeles amigos…?
¡No me abandonéis!
Haced algún ruido
¡moved las alas!
Un ruido de alas…
siquiera un ruido de alas.
¿Dónde estáis, ángeles amigos?
    
   León Felipe

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