Amada, tienes porte de yegua de la carroza del Faraón
1,9



Me has robado el corazón con una sola mirada tuya, con una sola perla
de tu collar:
4,10-11


 En noviembre de 2001 se organizó  en el Museo Diocesano de San  Sebastián, una importante  exposicion de cerámica realizada  por Mari Cruz Báscones, Alpe,  sobre el  Cantar de los Cantares,  explosivo  jardín de lilas, verdes,  amarillos  oro… y, sobre todo,  rojos. Nos  acercó Mari Cruz (yo la  llamaría  Mari Resurrección) un  centenar de  fascinantes  composiciones,  abstractas y  figurativas, que  expresaban con  fuerza su particular  lectura del  Cantar. No supuso para  ella  trabajo duro sino gozosa misión  pintar y hornear, como si de  litúrgico pan se tratara, las  imágenes que Dios iba sembrando  por sus manos. En aquella ocasión  expresé mi sueño de que aquel  retablo de maravillas viajase por la  geografía española, ilustrando,  como vidrieras de catedral, a  corazones amigos, sobre la belleza  y santidad del amor de pareja.


4Son tus pechos como dos crías mellizas de gacela paciendo entre azucenas: 4,5



Con su izquierda sostiene mi cabeza,
con su derecha me abraza
8,3


¡Qué bello eres, amado mío,
y qué dulce!

1, 16



¡Se me fue el alma tras de él!
5,6




Brotan flores en la tierra, llega el tiempo
de cantar

2,12