Vengo muy dolorido
 
  
 

V engo muy satisfecho de librarme
de la serpiente de las múltiples cúpulas,
la serpiente escamada de casulla y cálices:
su cola puso acíbar en mi boca, sus anillos verdugos
reprimieron y malaventuraron la nudosa sangre de mi corazón.

V engo muy dolorido de aquel infierno de incensarios locos,
de aquella boba gloria: sonreídme.


L
a metáfora de la serpiente es recurrente en los versos de Miguel, obsesionado con la herida original de Adán y Eva, que se agrava por el abrazo asfixiante de una religiosidad negadora de la vida (vengo muy dolorido). Emplea términos desvalorizadores: boba gloria. (Escribiría en una carta: tontería católica.)

En otro exaltado poema de esta época (Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda) critica el absurdo ascetismo que reprime diversión y sexo: " ...millones de rebeldes al vino y a la sangre / que miran boquiamargos, cejiserios, / se van del sexo al cielo, santos tristes, / negándose a las venas y a las viñas / su desembocadura natural: / la entrepierna, la boca, la canción, / cuando la vida pasa con las tetas al aire..."

S
ugiere Antolí que el rechazo de Miguel a cierta liturgia de ciertos templos de espalda a los pobres (serpiente escamada de casullas y cálices..., serpiente de las múltiples cúpulas...) recuerda las invectivas de los profetas "que rechazan el valor de la religiosidad, cuando ésta va acompañada de injusticia". Cita a Isaías 1, 11-17. Veamos unos versículos de Jeremías (7, 1-15): "Robáis, matáis, cometéis adulterio, juráis en falso..., y después entráis a presentaros ante mí en este templo que lleva mi nombre, y decís: Estamos salvados, para seguir cometiendo tales maldades... ¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo que lleva mi nombre?"
 
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